Comentario
La alemana es una de las resistencias más inoperantes. Es cierto que la formidable represión preventiva de la oposición al llegar al poder los nazis la desarticuló -hubo quizá 40.000 muertos y 200.000 encarcelados entre 1939 y 1945, sin contar con los judíos-. Y es cierto que los aliados la ignoraron y no la ayudaron, salvo, en alguna medida, la URSS. Y es que la disciplina, sumisión y chauvinismo del alemán medio no era la base más adecuada para el surgimiento de una resistencia. Como dice Michel, la Resistencia alemana "Se redujo a conciliábulos y complots; sus acciones agruparon solamente a un reducido número de conspiradores. Su objetivo principal fue la persona de Hitler, de la que quieren liberar al país, sobre todo a partir del momento en que se convencen de que éste conduce Alemania a la ruina". Es cierto, también que la resistencia alemana no supo coordinarse ni unificarse.
Sea como fuere, surgieron algunos grupos inoperantes entre la burguesía y los estudiantes, las iglesias y los judíos. Los más importantes fueron los grupos socialistas y, sobre todo, los comunistas, que organizaron huelgas, evacuaciones, salvamentos de hebreos y perseguidos políticos, sabotajes de escasa entidad, cierta contrapropaganda y redes de información y espionaje -como el del grupo llamado por el régimen Rote Kapelle, que en 1941-1942 espió en favor de los soviéticos, y que pronto fue desmantelado, al igual que el Grupo Saefkow, desarticulado en 1944-. Sólo la oposición castrense tuvo alguna importancia y representó un peligro para el régimen. Ya en 1939 algunos militares se habían mostrado contrarios al nazismo -como los Stauffenberg y Canaris, entre otros-. Otros lo serán cuando consideren ya inalcanzable la victoria, de lo que responsabilizarán, con bastante razón, a Hitler, pero también por razones corporativas y de prestigio, como Rommel, Beck, y otros.
Ya en el verano de 1943 surge un Comité Nacional Pro-Alemania Libre en la URSS, con oficiales alemanes procomunistas -con una rama Oeste, en Francia-; también en la URSS aparece la Liga de Oficiales, cuyo jefe es Seydlitz y a la que se unirá en 1944 von Paulus (21).
Todo este malestar de los militares acabará conduciendo al atentado del 20 de julio de 1944, en plena ofensiva de Normandía, contra Hitler. Los conjurados habían preparado un Gobierno provisional, y pensaban detener a personalidades del régimen y de las SS. Tras el atentado, tropas adictas a los conjurados rodearon los edificios públicos e impartieron órdenes a las tropas estacionadas cerca de Berlín. En Viena, Praga y París, entre otros puntos, los golpistas consiguieron controlar aceptablemente la situación, pero von Kluge no quiso proponer el armisticio a los aliados. Mientras un oficial, Remer, se dejaba convencer por Goebbels, a quien debía detener, para que descubriera la conjura, los implicados supieron que Hitler había resultado ileso. La represión fue amplia e implacable, y los muertos serán, hasta 1945, varios miles, entre los que hay que contar a Stauffenberg, Canaris, Olbricht, Beck, etc. Otros se suicidarán, como Rommel o von Kluge...